Concepción Católica de la Economía.

Autor:  Julio Meinvielle.

Editorial: Ediciones del Alcázar

I.S.B.N: 978-9874851239

Nro. de Páginas: 189

Tamaño: 15 x 21cm

Tapa: Blanda

Idioma: ESPAÑOL

 

SINÓPSIS

“Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura”, ha dicho Jesucristo.

Estas palabras no son una máxima piadosa. Son una ley de la realidad.

El mundo moderno, que ha querido buscar ante todo lo económico, no sólo no consiguió esto, sino que perdió por añadidura el reino de Dios.

Este libro pretende dejar constancia de este hecho. Sobre todo, quiere hacer ver que el Evangelio y la Doctrina de la Iglesia -expresada tan maravillosamente por Santo Tomás de Aquino-, contiene los principios esenciales de la vida humana, que ninguna economía puede olvidar.

La economía no tiene un fin en sí, como si fuese un Dios. La economía está en función del hombre. Debe servir al hombre. Y no a un hombre forjado en el cerebro de un filósofo, sino al servicio del hombre real, como criatura creada por Dios con, todas las virtualidades jerárquicas que en sí encierra…” (del Prólogo del Autor)

Quiera Dios que la reedición de esta obra del querido y eminente teólogo argentino sirva de luminoso faro ante las oleadas de apostasía que transitamos, y valga asimismo como homenaje en el Cincuentenario de su fallecimiento.

 

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Autor:  Julio Meinvielle.

Editorial: Ediciones del Alcázar

I.S.B.N: 978-9874851239

Nro. de Páginas: 189

Tamaño: 15 x 21cm

Tapa: Blanda

Idioma: ESPAÑOL

 

SINÓPSIS

“Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura”, ha dicho Jesucristo.

Estas palabras no son una máxima piadosa. Son una ley de la realidad.

El mundo moderno, que ha querido buscar ante todo lo económico, no sólo no consiguió esto, sino que perdió por añadidura el reino de Dios.

Este libro pretende dejar constancia de este hecho. Sobre todo, quiere hacer ver que el Evangelio y la Doctrina de la Iglesia -expresada tan maravillosamente por Santo Tomás de Aquino-, contiene los principios esenciales de la vida humana, que ninguna economía puede olvidar.

La economía no tiene un fin en sí, como si fuese un Dios. La economía está en función del hombre. Debe servir al hombre. Y no a un hombre forjado en el cerebro de un filósofo, sino al servicio del hombre real, como criatura creada por Dios con, todas las virtualidades jerárquicas que en sí encierra…” (del Prólogo del Autor)

Quiera Dios que la reedición de esta obra del querido y eminente teólogo argentino sirva de luminoso faro ante las oleadas de apostasía que transitamos, y valga asimismo como homenaje en el Cincuentenario de su fallecimiento.