El Santo Abandono

Autor: Dom Vital Lehodey  

Editorial: Río Reconquista

Nro. de Páginas: 342

Tamaño: 17,5 x 25cm

Tapa: Blanda

Idioma: ESPAÑOL

 

SINÓPSIS

Dom Vital Lehodey revela las condiciones sin las que Dios no puede actuar en nosotros.

“Primeramente, había buscado la santidad en las austeridades, y ciertamente estas tienen su precio y debemos soportarlas con amor; más tarde creí encontrarla en los caminos de la oración, en la unión más íntima del espíritu y del corazón de Dios, y fue un progreso real; y ahora mi esfuerzo en obtenerla por la santa pequeñez, con la obediencia filial y el abandono confiado: es seguramente mucho mejor. ¿Existe algo más elevado? Hasta ahora, no lo creo… ”

Dom Vital Lehodey es bautizado como Alcime Lehodey en 1857 y muere en Bricquebec en 1948. Ordenado sacerdote en Coutances en 1880, ejerce un ministerio parroquial hasta su entrada en la Trapa en 1890. Hace allí su profesión solemne cinco años más tarde, justo antes de ser elegido abad en 1897. Se convierte en abad emérito en 1919 y muere allí el 6 de mayo de 1948.

Durante su muy largo ministerio abacial, se distingue por su espíritu misionero. Funda en el Japón ocho prioratos, dos monasterios de hombres y seis de mujeres.

 

El Santo Abandono

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Nro. de Páginas: 342

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SINÓPSIS

Dom Vital Lehodey revela las condiciones sin las que Dios no puede actuar en nosotros.

“Primeramente, había buscado la santidad en las austeridades, y ciertamente estas tienen su precio y debemos soportarlas con amor; más tarde creí encontrarla en los caminos de la oración, en la unión más íntima del espíritu y del corazón de Dios, y fue un progreso real; y ahora mi esfuerzo en obtenerla por la santa pequeñez, con la obediencia filial y el abandono confiado: es seguramente mucho mejor. ¿Existe algo más elevado? Hasta ahora, no lo creo… ”

Dom Vital Lehodey es bautizado como Alcime Lehodey en 1857 y muere en Bricquebec en 1948. Ordenado sacerdote en Coutances en 1880, ejerce un ministerio parroquial hasta su entrada en la Trapa en 1890. Hace allí su profesión solemne cinco años más tarde, justo antes de ser elegido abad en 1897. Se convierte en abad emérito en 1919 y muere allí el 6 de mayo de 1948.

Durante su muy largo ministerio abacial, se distingue por su espíritu misionero. Funda en el Japón ocho prioratos, dos monasterios de hombres y seis de mujeres.