Ortodoxia

 

Autor:  Gilbert K. Chesterton

Editorial: Vórtice

I.S.B.N: 978-9878494203

Nro. de Páginas: 227

Tamaño: 23 x 15cm

Tapa: Blanda

Idioma: ESPAÑOL

 

SINÓPSIS

“Todos los que saben algo de él, aunque no sea más que el nombre de Chesterton, están también al tanto de los pormenores de este gran accidente (o destino) por obra del cual marchó hacia la fe durante muchos años y llegó a estar por último en total comunión con ella.

Se acercó a la Iglesia gradualmente, pero siguiendo un camino recto. Al principio vio la ciudad desde lejos, después se aproximó con interés, y finalmente entró. Han habido en nuestra historia pocas conversiones como la suya, tan deliberadas y maduras. Queda reservado a la posteridad juzgar la magnitud del acontecimiento. La proximidad nos impide abarcarlo.

Todos los hombres –podemos decir–, o casi todos, tienen un defecto moral dominante. Pocos tienen una virtud cristiana dominante. La de Gilbert Chesterton era en manera inequívoca la caridad cristiana, una virtud particularmente rara entre los escritores”.

Hilaire Belloc, en 194

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Autor:  Gilbert K. Chesterton

Editorial: Vórtice

I.S.B.N: 978-9878494203

Nro. de Páginas: 227

Tamaño: 23 x 15cm

Tapa: Blanda

Idioma: ESPAÑOL

 

SINÓPSIS

“Todos los que saben algo de él, aunque no sea más que el nombre de Chesterton, están también al tanto de los pormenores de este gran accidente (o destino) por obra del cual marchó hacia la fe durante muchos años y llegó a estar por último en total comunión con ella.

Se acercó a la Iglesia gradualmente, pero siguiendo un camino recto. Al principio vio la ciudad desde lejos, después se aproximó con interés, y finalmente entró. Han habido en nuestra historia pocas conversiones como la suya, tan deliberadas y maduras. Queda reservado a la posteridad juzgar la magnitud del acontecimiento. La proximidad nos impide abarcarlo.

Todos los hombres –podemos decir–, o casi todos, tienen un defecto moral dominante. Pocos tienen una virtud cristiana dominante. La de Gilbert Chesterton era en manera inequívoca la caridad cristiana, una virtud particularmente rara entre los escritores”.

Hilaire Belloc, en 194